Los 27 grados de ayer contrastaban con el frío registrado en la pasada edición, pero los incondicionales de esta prueba, que son ya decenas, rememoraron aquel calvario. Las altas temperaturas endurecieron las carreras, tanto la infantil como la de adultos. Mikel Rodríguez, ganador en la serie de los niños, se tiró de bruces nada más cruzar la meta en la sombra de la carpa instalada por los organizadores, Euskal Naturista Elkartea. A sus 10 años, ya ha hecho doblete en la carrera nudista, que también ganó el año pasado.
A otros, como a Fernando Suances, de Leioa, ni siquiera les salían las palabras. «La carrera ha sido demasiado dura. Ha hecho mucho calor y cuesta correr por la arena», confesó este joven, de 31 años, ganador de la competición tras un largo ‘sprint’.
Al margen de los que se preparaban para correr, estaban los que disfrutaban de un ambiente distendido. «Vi el anuncio de la carrera en la televisión y pensé en apuntarme. Me gusta participar en estas cosas curiosas y voy a todas las que puedo», comentaba el brasileño Luzildo Pitol, afincado en Tarragona desde hace cuatro años.
La repercusión de esta carrera traspasa fronteras. Prueba de ello es la fuerza de su mensaje. «Hasta me mandaron un periódico argentino en el que se anunciaba la prueba», aseguraba Patxi Ros. Este bilbaíno fue el primero en impulsar la carrera nudista. «Después de 7 años, parece que se ha afianzado. Los medios se interesan y le dan un trato correcto porque se trata de una prueba seria», valoró. Pese a todo, el ambiente cambia. Las horas previas son más divertidas que en cualquier otra carrera popular y, una vez finalizada, los participantes celebran una comida en la que no falta el buen humor.
Los ‘ecos’ de la carrera llegaron a su vez hasta Levante. Los valencianos Javier Muñoz, Antonio Viguer e Iñaki Goya, que participaban al día siguiente en una maratón en Galicia, no dudaron en presentarse por tercera vez en Sopelana: «Lo que más me gusta de la carrera es el baño que pegas después. En otras pruebas nudistas corres por la montaña y no existe esa posibilidad. Luego está el paisaje y la playa, que son muy bonitos», reconocieron.
Por una razón u otra, el reclamo sigue vivo en cada edición. Ambiente casi festivo en una prueba deportiva con un fondo reivindicativo: demostrar que desnudarse es algo normal. Según apuntilló una participante, «no, como algunos piensan, cosa de alienígenas».