NY, meca del foto-nudismo

El escándalo de Janet Jackson lo puso en evidencia. Si los hombres pueden andar mostrando su torso, desgarbado o musculoso, en público sin mayores inconvenientes que los de la etiqueta, ¿por qué no las mujeres? Este es el principal argumento de una corriente activista que lucha por el derecho de hacer topless de las mujeres. TERA (Topfree Equal Rights Association), explica: «Nuestro reclamo básico es la igualdad de género. Si las mujeres hacen topless son criticadas, ridiculizadas y hasta pueden ir a la cárcel. Cuando los pechos son solamente eso y no indecentes, obscenos o una versión del mal como se los quiere mostrar».

El fotógrafo Jordan Matter, a favor de la causa, dedicó retratar mujeres en topless por la ciudad de Nueva York, uno de los pocos lugares del mundo donde la ley lo permite. En calles, restaurantes y parques de la Gran Manzana, Matter realizó sus sesiones durante dos años con voluntarias para completar su serie Uncovered: Busting Out in the Big Apple. Que después de conocida despertó otra polémica: ¿es arte o sólo un ejercicio de exhibicionismo? En principio, la mayoría de las tomas –no todas– resultan naturales a la vista y no una pose. Algunas son algo kitsch. Pero el dilema principal sigue siendo el político.

La muestra es presentanda junto con entrevistas que indagan en la imagen corporal y la sexualidad en Norteamérica, para poner a las mujeres lejos del sexismo. Y Matter busca recrear esa ilusión de tolerancia: cómo se verían las calles si la sociedad se liberara de los condicionamientos y juicios morales. Porque a pesar de lo que dicen las leyes, no es usual ver imágenes como estas en 5ta. Avenida. En los Estados Unidos, además de Nueva York, el topless está permitido en los estados de Hawaii, Maine, Ohio y Texas. Y aún cuando es legal, a veces queda a criterio de la policía si hay «inconducta», es decir, si se encierra a la nudista.

De amplia cobertura en la presa estadounidense, la performance despertó algunas polémicas recurrentes, como las reglas sociales conservadoras que impusieron el uso de corpiños, la proliferación de cirugías plásticas para el implante de siliconas que hacen de los pechos una serie estandarizada. Algo que ya había sucedido con la instalación fotográfica Body Freedom Collaborative del fotógrafo Spencer Tunick.

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