Hasta la malla más ínfima es señal de pudor. En la entrada al balneario un cartel invita a sacarse la ropa, y aunque no es obligatorio, seguir vestido es desentonar notablemente con el público de Chihuahua, el único balneario naturista de Punta del Este y meca para ricos y famosos que buscan privacidad y un bronceado libre de marcas. Este verano, igual que cada año en Uruguay, la modelo Naomi Campbell llegó con sus custodios para tomar sol sin la restricción de prenda alguna.
“Es un lugar familiar, hay chicos, parejas y también gente joven”, especifica Carlos Lucas, presidente de la Asociación Uruguaya de Naturismo, que concedió la entrevista usando anteojos de sol. Y nada más que eso: “El ambiente es muy variado cultural y económicamente, aunque es cierto que en general los que practican naturismo es porque han tenido la chance de viajar, y eso habla de un alto poder adquisitivo”, explica. La mayor parte de los bañistas son uruguayos, los argentinos son la primera minoría y el resto es un aquelarre de nacionalidades. No es raro escuchar charlas en ruso, alemán y el último año cada vez más en portugués. .
Pero más allá de la procedencia, Chihuahua es la playa preferida por los homosexuales, que se concentran a la derecha del parador. “Los gays venimos porque hay libertad”, explica Roberto Funes Ugarte, periodista de revista Luz, panelista de El diario de Carmen y habitué de la playa hace una década. “Si vas a los lugares de moda en La Barra con un traje de baño ajustado y de la mano de tu novio, la gente te mira mal. Acá nadie se mete con nadie, ni se fijan si estás vestido o no”, describe. Aunque no hay quejas para los que se dejan la ropa puesta, los nudistas prefieren que todos disfruten del sol sin mediaciones. “En Uruguay existen 280 kilómetros de playa oceánica para estar con ropa y sólo dos kilómetros para estar desnudos. Es ilógico venir a bañarse con malla justo acá”, reflexiona Lucas. Ambos niegan que haya “sexo al aire libre”, salvo audaces y discretas excepciones, que también se dan en los balnearios tradicionales.
“Nada de fotos”, suplica una pareja de cincuentones saliendo del agua. No es pudor, sino resistencia a la publicidad. “Vengo desde los 14 años y hay que cuidar el lugar. Que la gente no sepa, así no hay curiosos”, defiende él sin soltar la cintura de su esposa. Alejada del circuito turístico tradicional, la playa empezó a ser punto de encuentro para nudistas hace unas cuatro décadas, pero recién fue oficialmente reconocida por el gobierno uruguayo a partir del año 2000.
Al principio era un lugar de difícil acceso, pero gracias al desarrollo vial hoy se puede estacionar prácticamente en la arena. “Hace veinte años teníamos que estar ocultos porque venía la Prefectura y nos obligaba a vestirnos, o hasta nos llevaban detenidos”, recuerda Lucas. Desde la aceptación de las autoridades –que antes se limitaban a no impedir la actividad–, la concurrencia creció y desde hace algunas temporadas llega a picos de 2.500 personas en la arena. Recién hace cuatro años un modesto chiringuito dio paso a un también austero parador, todo un lujo para los habitués, cansados de cargar heladeritas. El municipio se encarga de la limpieza y apenas hace tres veranos instalaron baños. “Cada vez llegan más parejas jóvenes que nunca hicieron nudismo. Vienen a investigar de qué se trata y se enganchan, eso nos da la pauta de que vamos bien, y a las autoridades les indica que vale la pena apoyarnos: esto es un polo turístico y un buen negocio para Uruguay”, destaca con astucia.
Hanglin fue el gran impulsor y Campbell, una visita custodiada
Ya había tomado sol en la casa Guissepe Cipriani y tendida en los camastros de La Colorada, reciente adquisición de la colombiana Shakira. Pero el bronceado de su cuerpo moreno no era perfecto y la modelo no iba a quedarse con las ganas. Antes de dejar Punta del Este, Naomi Campbell llegó a la arena de Chihuahua escoltada por cuatro guardaespaldas que se encargaron de que la discreción que habitualmente rige en la playa fuese extrema en torno a la top model.
Se ubicó más allá del sector gay, cerca de una laguna, y se paseó en topless con la tranquilidad de cualquier mujer anónima. En ningún momento se acercó al parador ni habló con la gente, y disfrutó en soledad. Al atardecer aumentó su osadía y algunos pudieron verla entrar al mar sin la parte inferior de su traje de baño. Los nudistas están acostumbrados a la presencia del jet set: otros años pudieron apreciar la totalidad de la anatomía de Linda Evangelista y de Andrea, el hijo de Carolina de Mónaco. Son habitués la modelo Daniela Cardone y su hija Brenda Gandini, y también la familia Camisani-Barreiro, que buscan alejarse lo más posible de las miradas impías.
En tiempos de armonía con su exótica esposa, Emiko, Rolando Hanglin era un asiduo visitante de la playa y destacaba la ausencia total de todo vestigio de urbanidad