Chihuahua: la playa con más piel

MARIÁNGEL SOLOMITA15 ene 2017

El hombre desnudo que abre la puerta se llama Ricardo Rodal, es dueño del primer hotel nudista y asegura que cuando usaba ropa era más tímido que cualquier persona que hubiera conocido. A su antigua vida también la recuerda por el estrés. «Un día dije basta y me fui de la selva de cemento que es Buenos Aires», cuenta.

Volvió a Uruguay, su país, con la idea de poner un hospedaje para aquellos turistas que prefieren andar como Dios los trajo al mundo. En 2001 compró un terrero en Punta del Este junto a su esposa Marcela. Al hotel le pusieron «El Refugio», y esperaron tres años hasta recibir huéspedes, porque durante la crisis muy pocos podían pagarse vacaciones.

Ahora, para conseguir lugar, hay gente que reserva habitación hasta un año antes.

—Cuando llegamos nos acusaban de que íbamos a arruinar el turismo del balneario, pero la zona no dejó de crecer. Alrededor nuestro hay por lo menos cinco hoteles de lujo —asegura.

Una de las tareas habituales de Ricardo es recibir a la prensa, siempre curiosa por la falta de pudor ajeno. Además maneja la página de Facebook de la playa Chihuahua y está en contacto con asociaciones naturistas argentinas (donde existen quintas nudistas desde hace décadas) y europeas para promocionar estos 2 kilómetros de mar como un paraíso ideal para los amantes de la práctica.

Unos 20 años atrás, cuando empezó a hacer nudismo, escuchó hablar de Chihuahua por un rumor. Es que así llegaron los primeros valientes. Chihuahua era más conocida por alemanes que por uruguayos. Fuera del país figuraba en los mapas nudistas, pero dentro su ubicación se ocultaba como un secreto. Escondida entre montes y dunas, había que caminar varios metros y recién entonces se descubría el agua. En la arena se podía ver una docena de personas sin traje de baño, casi siempre parejas o familias.

Dicen que la experiencia de bañarse y tomar sol al natural es un camino de ida. Ante la consulta de qué se siente, la respuesta más común se parece al eslogan de un club de yoga: «Es una liberación absoluta del cuerpo y la mente». Será por eso que esta bajada tiene un público fiel, que envejeció en equipo y de tanto verse se convirtió en un grupo de amigos que, para es-tar organizado, armó una asociación.

Foto: Fernando Ponzetto

Nada que esconder.

Carlos Lucas tiene el aspecto de un actor argentino, pero no: es uruguayo y solía trabajar en el Senado. Lleva más de 30 años usando la menor cantidad de ropa posible. De pie, con la espalda erguida y un bronceado perfecto, se presenta como el presidente de AUNNA, la asociación nudista y naturista que preside desde hace cuatro años y de la cual Ricardo es socio.

—Yo nunca lo oculté. Hasta el vicepresidente de la República sabía que era nudista y me felicitaba. Incluso había políticos que lo practicaban, lo que pasa es que para algunos todavía es un tema tabú.

Es común que durante sus vacaciones reciba algunos pedidos de ayuda a su celular, sobre todo cuando algún «desubicado» con ideas «equivocadas» visita la playa para mirar como «no se debe» a las mujeres que se animan «a pelar». Si no lo arregla con palabras, llama a Prefectura y si no a la Policía.

A la que nunca tiene que socorrer es a su esposa Anny: aunque repite que es un ambiente familiar, cuando alguien desconocido y mirón se le sienta cerca, ella se encarga de ponerlo en su lugar. Es decir, bien lejos. Y fuera de la playa mejor. —Algunos vienen con la curiosidad de ver cómo es el lugar para algún día experimentar y otros van al zoológico —opina.

El problema parece ser que Chihuahua es una playa inclusiva, que tolera que lleguen bañistas vestidos, aun cuando es el único espacio donde estar sin ropa no es delito. Sin embargo ellos no pueden estar desnudos sobre ninguna otra arena.

Este es un punto de discusión que divide aguas. Los que acompañan la postura de Roberto creen que es un tema de injusticia, y los que piensan como Carlos hablan de derechos: «¿Vos podés venir vestida pero yo no puedo ir desnudo? Es lógica», opina. Y agrega: «El nudismo es el polo turístico de mayor crecimiento mundial. Ya que tenemos 250 kilómetros de costa, ¿no sería interesante explotar los únicos 2 habilitados?»

Archienemigos.

En nuestro pequeño universo nudista la paz de muchos es la pesadilla de pocos. Cerca de «El Refugio» construyeron una casa moderna con vista al mar. El dueño es un uruguayo que, dicen, se angustia cada vez que baja a la playa: no tolera ver genitales.

En un acto desesperado intentó boicotearlos y llevó a unos cuantos amigos para que tomaran el sol vestidos, para así intimidar a los nudistas.

—Dos veces nos denunciaron por estar desnudos y las dos veces nos llevaron detenidos y los jueces confirmaron que está- bamos en todo nuestro dere-cho — confirma Carlos.

Aunque todavía no tienen un abogado, la asociación debe lidiar con más de estos problemas tragicómicos. Por ejemplo, hay una vecina que se toma la molestia de retirar la cartelería.

En 2012, fue la Intendencia de Maldonado quien los sorprendió con un cartel mal colocado que les quitaba extensión. Ante el reclamo, un medio publicó que iban a marchar desnudos por Punta del Este. Ricardo lo recuerda con asombro.

—Nunca lo dijimos, pero lo publicaron porque las noticias con gente en pelotas venden.

Finalmente fue un susto que terminó beneficiándolos, porque por primera vez se estipuló por escrito el límite, que en el correr de los años se fue reduciendo en unos 500 metros de los que aún se lamentan.

Pero, contra todo pronóstico, a pesar de la timidez del turista uruguayo, Chihuahua se puso de moda y sigue siendo, antes que nada, una playa para gente que quiere sentirse un poquito más feliz.

En los 50 era noticia en Europa, acá secreto

Ricardo Rodal asegura que tiene una publicación europea de los años 50 en la que figura Chihuahua como destino nudista. Aunque no está identificada con el nombre, en la revista especializada aparece un mapa con indicaciones que coinciden. Es que los primeros visitantes venían de países mucho más acostumbrados a esta práctica como Alemania, España o Italia. Los uruguayos que querían probar el sol y el agua sin ropa, improvisaban: lo que hacían era ir a playas alejadas y poco concurridas. Ricardo y su esposa Marcela frecuentaban Cabo Polonio, mientras que Carlos, la parada 30 de la Brava. El boca a boca empezó a reunirlos en Chihuahua. Dicen que conocen turistas que van desde hace más de 40 años, en pareja y con sus familias. Y eso es lo que se ve hasta el día de hoy: sobre todo personas mayores de 30 años y de todas las condiciones físicas. Los más asiduos crearon una asociación en tiempos de dictadura. Como la validación dependía del Ministerio de Educación y Cultura se «escondió» el nudismo detrás del naturismo. En 2009 se creó AUNNA, una asociación renovada, con bases sin pelos en la lengua. A futuro, algunos desearían que Chihuahua reciba únicamente a nudistas.

Robo de arena dejó a la playa sin dunas

Mucho más que los visitantes desubicados que intimidan a las mujeres y los vecinos intolerantes, lo que realmente molesta a estos nudistas es el robo de arena, impune desde hace al menos una década.

Varios propietarios de la zona contaron la cantidad de viajes del camión encargado de la tarea y dicen que la cifra asciende a millones de dólares ganados. Como consecuencia la geografía de Chihuahua cambió drásticamente: ya no existen las dunas porque ya no existen los montes que las protegían. Según denuncian, la responsable es la firma Chihuahua S.A., a cargo del proyecto «Marinas de Punta del Este», que lleva 25 años con la idea de construir un complejo portuario y nueve edificios con 502 habitaciones donde pretenden alojar a unas 3.000 personas. El último plazo de prórroga se venció en agosto. En todo este tiempo nadie se acercó a comentarles novedades y el único rastro que hay de la obra es una excavadora con un único empleado, que cada semana retira arena.

Fuente: http://www.elpais.com.uy/informacion/chihuahua-playa-mas-piel-nudismo.html

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