24 de septiembre. Ya estamos en primavera. El tiempo aún es fresco, pero el sol empieza a calentar suavemente. Cielo despejado. Viento muy leve. ¿Qué más se puede pedir para inaugurar la temporada naturista al aire libre? Por nuestra parte, invitados a participar de una jornada inicial en Santa Elisa (la sede de Natural-Mente), nos acercamos a la quinta, donde fuimos recibidos más que cordialmente por Nany y sus colaboradores. Sentimos, mi mujer y yo, una agradable emoción al encontrarnos con amigos a quienes no veíamos desde hacía largo tiempo.
Allí estaban varias parejas que habían compartido nuestra vida naturista desde la época de La Pampa. No los nombro aquí por temor a olvidarme de algún nombre. Antiguos y fieles amigos que nos hicieron pasar la primera jornada completa placentera y feliz en lo que va del año 2006. Se respiraba un aire de libertad, de afecto espontáneo. Por supuesto, nadie salió a enfrentanos con un “aquí no se puede tomar” Nadie nos quitó las botellas ni trató de arrancarnos el vaso de la mano. Todo lo contrario, nos lo ofrecieron con gentileza. Nadie nos insultó, nadie nos siguió provocadoramente tratando de oir lo que hablábamos. ¡Casi no podíamos comprender lo bien que nos sentíamos! Después, el tradicional asado, muy bien preparado y mejor servido. Una sola mesa donde todos conversaban con todos. Bromas, ocurrencias felices… El ambiente nos hacía recordar los viejos tiempos de La Pampa. Ah, y todos en “uniforme” (el tiempo lo permitía) Y mi vinito preferido, servido en elegantes copas.
Después, la siesta al sol, en el cuidado cesped, bajo los árboles rejuvenecidos, junto a los renovados canteros de flores. Más tarde, el brindis con champán. Y después el mate compartido. ¿Qué más podíamos pedir, en este domingo de primavera, con un clima humano tan gratificante?
Repito, el primer día completo de paz naturista, desde aquel 1º de enero en El Bosque, marcado con problemas policiales y con inspecciones municipales… y con denuncias judiciales.
Doy gracias aquí, públicamente, a quienes me atendieron ayer con el afecto y el respeto que en otras épocas se dispensaba a los ancianos, aunque les gustara una copa de vino o de champán.
Una página gratificante no viene mal de vez en cuando.
Luis Rojas (82) Secretario de EDEN