Sin embargo, si vinimos al mundo totalmente desnudos, nos duchamos desnudos y tantas otras actividades se realizan sin nada que nos cubra, ¿de dónde viene semejante pánico? Tal y como explica la psicóloga y terapeuta Sara Escudero Núñez, directora del Centro Sara Escudero, una de las causas es el aprendizaje por condicionamiento. Ocurre en la infancia o la adolescencia. «Es un aprendizaje en el que tiene mucha importancia el significado que la persona da al ver una parte completa o específica de su cuerpo. Por ejemplo, “mi pene está deformado”. Ese significado que le da a esa zona o a esa imagen genera una respuesta de ansiedad que hará que trate de evitar ver su desnudo o el de los demás».
Otro factor es la autoestima baja del individuo. Emmanuele Jannini, miembro del comité científico de la Sociedad Europea de Medicina Sexual y profesor del departamento de Medicina Experimental de la Universidad de L’Aquila (Italia), aclara que «es una especie de dismorfofobia generalizada. Es decir, el miedo que siente de ser genitalmente inadecuado. Y no ocurre sólo con el tamaño del pene, también con el de los senos, las piernas, la vagina, y otras partes del cuerpo».
Porque la falta de seguridad «es un elemento fundamental», aclara Manuel Lucas Matheu, presidente de la Sociedad Española de Intervención en Sexología (SEIS) y delegado provincial de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía. «Incluso suelen soñar que de pronto están desnudos en medio de mucha gente».
Este pavor a verse y ver tal cual uno es también puede ser una secuela de un trauma del pasado. «Cuando alguien ha sufrido algún tipo de abuso sexual o ha tenido un inicio en las relaciones íntimas dañino, por ejemplo, también se produce esta aversión a la desnudez», matiza Sara Escudero.
El aspecto religioso y la presión cultural también juegan una mala pasada a algunos pacientes cuando llegan a consulta. «Es conocido el camisón de San Antonio, que tenía un agujero en la zona genital para que el hombre penetrara a la mujer sin que ésta tuviera que estar desnuda», argumenta el presidente de la SEIS.
Las Consecuencias
La ropa es la única coraza de la que se valen para sobrellevar las repercusiones diarias, que se pueden desglosar en cognitivas, es decir «lo que pensamos que pueden pensar de nosotros», dice Escudero. En el caso de la gimnofobia, se genera tal rechazo al ver sus genitales, que lo que hacen es centrar su atención en el defecto que creen que tienen y que a veces puede ser real, pero no tan exagerado como ellos o ellas creen».
Si se tienen que mirar en el espejo o saben que van a tener una relación sexual o simplemente van a ir al médico y saben que deben quitarse la ropa, les produce taquicardia y dificultad respiratoria. «Es el miedo a lo que puede ocurrir si enseñan su cuerpo. Son síntomas fisiológicos», apunta la psicóloga.
La desensibilización sistemática parece ser la respuesta terapéutica más apropiada, según los expertos. «Ir acercando el objeto que causa la fobia de forma progresiva», matiza Lucas.
Por su parte, Escudero señala que «lo primero es que la persona conozca lo que le sucede, que aprenda a bajar esos niveles de ansiedad, y que aprenda a valorar ese defecto como algo que él percibe de forma distorsionada y que las consecuencias que anticipa de enfrentarse a ello no tienen por qué ser así, hecho eso es cuando empezamos con la exposición jerarquizada, esto es, a lo que menos teme. Por ejemplo, si teme menos ver desnudo al otro que a él mismo, empezar por ahí y poco a poco avanzar», concluye.