Galicia es una de las pioneras del movimiento nudista en España, que empezó en los 70

 

ILDARA ENRÍQUEZ – VIGO Pisar una playa nudista es como entrar en una nueva atmósfera donde desaparece el toque policromático que imprimen los tradicionales trajes de baño en la mayoría de los arenales. Los amantes de las casi 60 calas nudistas que existen en la costa gallega conforman una mancha monocromática, con baños de arena y sol sin complejos y practican el deporte playero al margen de inseguridades morales e imperfecciones corporales.
Exhibir cuerpos desnudos, sin dejar lugar al erotismo o a la imaginación (porque ya todo queda dicho y visto), hace que cada uno se preocupe de lo suyo, sin distracciones, según comentan sin tapujos algunos de los míticos nudistas de O Vao. Que a la playa se va a nadar, leer y tomar el sol.
Galicia es una de las pioneras del movimiento nudista en España, ya durante los años 70 había más de uno que practicaba el ejercicio de ir, como uno vino al mundo, a la playa. Un movimiento que si bien tuvo su persecución y represión, ahora se hace ver cada vez más fuerte en las ciudades costeras de toda España.
Aunque no todo fue un camino de rosas para este colectivo de "sinvergüenzas". Corrían los años 80 cuando catorce nudistas fueron arrestados en la playa de Baroña (Arealonga, Porto do Son) y hoy en día no son pocos los casos de vecinos que se han quejado, e incluso perseguido, a aquellos que practicaban el arte del destape o solamente el ya corriente "tetiña-free" autóctono.
"Hace algunos años no se podía venir, los vecinos te ponían a caldo, hacían corros y te arrinconaban", explica Ángela que, como muchos otros, comenzó en arenales más apartados como el de Barra y ha cambiado de escenario desde que Fontaíña (O Vao) ha sido reconocida oficialmente.
Galicia, por sí sola tiene al rededor de unas 57 playas nudistas (aunque sólo diecisiete están reconocidas) y la población, poco a poco, es cada vez más comprensiva. La gente ahora puede vestirse, o no, como quiera, sin tapujos ni vergüenzas. "El problema es que aquí las playas no están bien señalizadas, deberían hacer como en Europa y poner un cartel que indique dónde empieza la zona nudista. Así no habría problemas con las madres o las familias más conservadoras", explica Enrique, que ya lleva 40 años en esto del destape, por comodidad. "Llevo toda mi vida sin comprar un bañador, tengo uno, pero sólo por si acaso", añade.
Y es que aunque el nudismo es una elección, los hay que ni se plantean la cuestión del con o sin bañador. Muchos naturistas afirman que ya desde niños practicaban el destape con sus padres y la comodidad de ello influyó en su decisión de seguir practicándolo hoy en día. Es por esto que cada vez es más frecuente encontrarse a familias, de siempre o "reconvertidas" en los arenales mixtos u oficiales de la costa gallega.

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