Llega el verano. Y con él, una escena habitual en las zonas de costa: viajeros amantes de la tranquilidad y la naturaleza en busca de playas nudistas. Si las pesquisas se realizan en una oficina de turismo, nuestros protagonistas obtendrán un listado preciso de arenales. Pero si optan por llamar a la puerta de una de las asociaciones naturistas existentes en el Estado, la respuesta será otra: “todas las playas españolas son aptas para el nudismo”. Ambas informaciones serán correctas, aunque la primera hará referencia a lo que los naturistas denominan “playas de tradición nudista” y la segunda a una realidad que, aunque protegida jurídicamente, sigue siendo poco conocida. A pesar de que algunos consistorios como el de Cádiz insistan en poner coto al nudismo con ordenanzas de dudosa legalidad, desde 1989 esta práctica está permitida no sólo en las playas sino en cualquier espacio público no cerrado. La reforma del Código Penal de ese año suprimió para siempre el delito de escándalo público, que penaba “a quien realizaba conductas que atentaban contra la moral pública”, el nudismo entre ellas.
Esta evolución legislativa, junto a otros factores como la urbanización intensiva de la franja costera, ha determinado la acción de los grupos naturistas que, de centrar su foco de reivindicación en la autorización de nuevas playas y otros espacios nudistas, han pasado a defender “poder bañarse desnudo en cualquier sitio”. “Hemos tenido que reeducar un poco a nuestros socios, ya que cuando se urbanizaba alrededor de una playa, con la llegada de los textiles, los nudistas se desplazaban a lugares cada vez más inaccesibles; eso era la extinción del naturismo, por lo que ahora recomendamos que se queden o mejor aún, que cada uno se bañe desnudo donde quiera”, explica Ismael Rodrigo, presidente de la Federación Española de Naturismo (FEN), entidad que agrupa a 18 asociaciones y a unos 3.000 socios, la práctica totalidad del movimiento. A pesar de este llamamiento, con objeto de hallar una tranquilidad que puede verse rota por miradas y comentarios inquisidores de bañistas “textiles”, muchos amantes del nudismo siguen optando por los lugares “de tradición”, un hecho que no pueden obviar las organizaciones naturistas. Por eso, en sus materiales de difusión incluyen siempre una relación de estos espacios y la propia FEN abre su web (www.naturismo.org) con un completo mapa de entidades naturistas y playas y otros centros nudistas. “Pero ya no revisamos ni actualizamos ese listado porque no nos interesa”, advierte Rodrigo.
A la par que se ha reducido el número de arenales “tradicionales”, otras infraestructuras nudistas como campings o balnearios han experimentado un importante crecimiento en los últimos años, sobre todo en la costa mediterránea. En grandes urbes como Barcelona o Madrid, cada vez hay más piscinas y spas con horario o espacio para nudistas, e incluso existe una aldea en Tarragona, El Fonoll, que hace 12 años fue recuperada y hoy es el único pueblo naturista en el Estado. Detrás de esta expansión no sólo hallamos el empuje de un movimiento que goza de una excelente salud. También se encuentran las empresas de ocio, que por su clima y su legislación tolerante han convertido al Estado español en un lugar puntero para el turismo nudista mundial. Se diría que consumir nudismo “está de moda”. Pero “a nosotros no nos interesa fomentar el nudismo como consumo; éste va muy unido a lo contrario del consumismo, al desprendimiento, a la baja huella ecológica”, aclara Rodrigo. Y es que, para su movimiento, el nudismo forma parte de una auténtica filosofía, el naturismo, que la Federación Naturista Internacional, de la que forma parte la FEN, entiende como “una forma de vivir en armonía con la naturaleza, caracterizada por la práctica del desnudo en común, con la finalidad de favorecer el respeto a uno mismo, a los demás y al medioambiente”.
“Nuestra meta pasa porque el naturismo sea normalizado y reconocido como una opción de vida más, para lo cual practicamos la desnudez en sociedad”, sostiene Joaquín Plana, presidente del Club Catalá de Naturisme. Creada en enero de 1977, unos días antes que la Asociación Naturista de Andalucía, con sus 650 miembros, la entidad que dirige es la más veterana y numerosa del Estado.
“En los últimos cinco años, gracias a la web, hemos tenido un amplio crecimiento. Pero las asociaciones sólo son la punta de lanza, hay muchísima más gente que hace nudismo”, asegura Plana. Una situación similar vive la madrileña Asociación para el Desarrollo del Naturismo, que ha pasado de cien socios en 1999 a más de 600 en la actualidad. Ambas entidades, al igual que las otras 16 que componen la FEN y otras como la Asociación de Naturistas Vascos, comparten una visión tolerante y muy social del naturismo, más cercana a los movimientos por las libertades civiles y a la tradición libertaria que a las corrientes naturópatas.
“Hemos pasado de ser un movimiento discreto a ser un movimiento muy público, abierto, con muchísimas actividades”, afirma el presidente de la FEN. Carreras pedestres, excursiones, marchas ciclonudistas, campamentos e incluso cruceros forman parte, junto a acciones de protesta, del programa habitual de las asociaciones naturistas. Unas entidades que en 2006, coincidiendo con el 25 aniversario de la FEN, organizaron en Cartagena el XXX Congreso Mundial de Naturistas. Por todo esto, “mientras el movimiento está envejeciendo en lugares de gran tradición como Alemania, aquí es muy dinámico y no para de crecer, lo que nos ha convertido en una potencia internacional”, concluye Ismael Rodrigo.
5 corrientes naturistas
Hoy en día, por lo general, las asociaciones naturistas del Estado huyen de calificarse dentro de una tendencia específica, pero en los orígenes de este movimiento, a finales del siglo XIX y principios del XX, según el sociólogo Josep Maria Roselló nuestro naturismo estuvo atravesado por cinco corrientes principales: el vegetarianismo naturista, la trofología, el vegetarianismo social, la librecultura o desnudismo y el naturismo libertario. Las tres primeras “tienen como guía el vegetarianismo trascendente y a pesar de las diferencias entre ellas, el punto en común es la tendencia a apartarse de la sociedad creando colonias”, mientras que las dos últimas defienden una práctica abiertamente social, comunitaria y política.