En Bare Oaks (robles desnudos) el nudismo comunitario, esa filosofía que fomenta el respeto a uno mismo, a los demás y al medio ambiente, según proclama la Federación Naturista Internacional, ha adquirido una solera de más de medio siglo. Allí los esnobs sobran. Y, por su puesto, la ropa. No puede entrar cualquiera, solo quienes comulguen con una práctica que exige vivir sin trapos, hacer actividades, cooperar en las labores cotidianas y cocinar o fregar con la sola piel con la que vinimos al mundo. Mayores y niños, solteros, parejas y familias. Sin tiempo para aburrirse.
Un hermoso lago, canchas de tenis, de voleibol, piscina y campo de golf amplían la oferta de ocio de un campamento rústico creado en 1955. La propiedad del club ha pasado por varias manos y ahora la regenta Stephane Deschenes, que ha querido imprimir su sello personal acuñando el lema ‘Valores tradicionales naturistas en un ambiente moderno’. Lo que quiere decir que el parque y la zona de acampada se han adaptado a los nuevos tiempos y los clientes disfrutan del confort necesario, con excelentes servicios de acampada, sistema informatizado de reservas o conexión inalámbrica a internet.
«Al igual que los campistas textiles (vestidos), los naturistas esperan estar en comunión con la naturaleza sin tener que renunciar a las comodidades de la vida», afirma Deschenes, viajero impenitente y conocedor de zonas naturistas de todo el mundo. De su amplia experiencia ha sacado una conclusión muy clara: que los clubes naturistas que suavizan su filosofía «a menudo pierden su razón de ser». De ahí que intente por todos los medios preservar ese pequeño edén canadiense en el que disfrutan ciudadanos de todos los rincones del planeta.
Bautismo naturista
Y el parque no defrauda. Testimonios de personas que han disfrutado del entorno y sus instalaciones lo defienden con uñas y dientes, como el de un principiante para quien Bare Oaks supuso su bautismo naturista. «Me habían aconsejado que me desnudara al salir del coche, antes de registrarme. Hice bien, al entrar en la casa principal todo el mundo estaba desnudo, me acogieron muy bien y me sentí cómodo. Me defraudó al principio que la vista guiada al parque que yo esperaba fuera en vídeo. Después me di cuenta de que lo hicieron para que no me sintiera como un chico nuevo; el descubrimiento de la zona por mí mismo fue genial». La mayor sorpresa de este internauta anónimo, que pasó allí una semana en agosto, la experimentó cuando le enseñaron su habitación, limpia y muy agradable, de dos camas. «Al entrar me di cuenta de que faltaba un armario y una cómoda, pero antes de abrir la boca y meter la pata me pregunté ¿y para qué?». Su estancia en Bare Oaks ha significado un cambio en su vida al haberse convencido por su propia experiencia de que «esto del naturismo sí que tiene algo de filosofía».
Otra familia con dos niños pequeños no ahorra elogios al contar que el parque dispone de las mejores y más seguras instalaciones de juego para que los críos se diviertan sin depender de la mirada vigilante de sus padres. «Es obvio que la gente se esfuerza por mantener limpias las zonas comunes del parque, así como de cuidar el aspecto de las casas, tanto quienes allí viven a temporadas como los que lo hacen todo el año y han optado por comprarlas».